Hace un poco de zapping. En lo de Tinelli hay un cubano bailando bachata, noche celebratoria por el regreso desde las cenizas del maestruli de Videomatch. En Encuentro pasan un documental de Anna Bolena. En las estaciones deportivas se repite el enésimo gol de Mancuello, justo Mancuello, en el campeonato. Y en la novela se hace un dramón de algo que en realidad suena lógico: Celeste Cid no le da pelota a Fernán Mirás. Y a él quién le da pelota. Quién. Literalmente: la pelota está ahí al lado, en el living, hasta en la cocina está, si esa casa es todo fútbol. Al lado, pero tan lejos. Parece ahí nomás e insólitamente está a dos meses de distancia.
La pelota está al lado y a kilómetros de Matías Kranevitter y la televisión es muy aburrida hoy y ayer, acaso también lo sea mañana. ¿Cómo se mata el tiempo? Los hinchas de River se lo preguntarían a Orion, seguramente. Matías es tucumano: la siesta es más sagrada que las vacas en la India. “Eso igual es de siempre, eh”, aclara el cinco, para que nadie discuta su filiación vitalicia al comité nacional de siestas.
-¿Te aburrís?
-Más o menos, por ahí los primeros días era todo más difícil, mucho reposo, siesta, mates, algo de tele, si enganchaba algún partido dejaba eso puesto. Pero ahora ya estoy yendo a entrenar. Por suerte ya me sacaron los puntos: el doctor me dijo que vaya pisando despacito y que la semana que viene ya voy a poder caminar normalmente. Así que ahora estoy muy mentalizado con la recuperación.
-¿Lo peor ya pasó?
-La verdad, es feo no poder jugar. Me duele el alma por no estar en el campo de juego, vivo los partidos con mucha ansiedad desde afuera, nervioso, pero no se puede hacer más que alentar. Igual, sí, lo peor fueron esos primeros días. Cuando fui a la clínica y a los dos minutos tenían los resultados del estudio, fue terrible. Me quebré de la angustia...
-¿Cómo pasaste esos días? ¿Quién te ayudó?
-Mucha gente. Me fui a Tucumán para estar con mi familia. Después me volví y vino mi viejo para acá. Mi familia, mis amigos, mi novia, todos me cuidaron mucho y me acompañaron en la operación. Mi repre, los médicos. Esos primeros días los pasé en reposo total. Hasta que en un momento no aguanté más la cama y me fui a entrenar. Se lo dije al doctor: me contestó que sí, que ibamos a ver, pero que estuviera tranquilo. Al otro día estaba en la práctica, ja...
-¿En qué pensaste cuando te dieron los resultados? Te doy opciones: en el llamado inminente a la Selección, en el pase inminente a Europa, en el superclásico...
-”Justo ahora”, eso pensé. Pero sobre todo en el clásico, y en que no iba a poder hacer lo que a mí me gusta hasta fin de año. Y lo de la Selección era algo que se decía, pero no había nada confirmado.
-Trascendió que hasta habían preguntado tus medidas para los trajes de la delegación de AFA.
-No sé. Lo que me puso contento es que me llamó el doctor de la Selección para ver cómo estaba, fue muy lindo. Me llamaron muchos para ver cómo estaba, desde Emiliano (Díaz) hasta el Tucu Pereyra, gran amigo que ahora está en China con la Selección.
-¿Y el clásico? ¿Cómo lo viste desde afuera?
-Muy nervioso, como un hincha más. Creo que el equipo dejó todo y se empató un partido difícil, sobre todo por cómo estaba el campo de juego.
-Coincidís con Gallardo, entonces: el campo con charcos los perjudicó más a ustedes...
-Sí, creo que a nosotros nos perjudicó más por cómo veníamos jugando. Con la cancha normal hubiera sido otro panorama, además justo llegábamos bien descansados...
-Lo cierto es que desde que te lesionaste, el equipo no ganó. Incluso, los únicos partidos que empató en el semestre fueron los que vos no jugaste. ¿Es casual la racha?
-Yo no pienso en esa racha. Es cierto que ahora empatamos pero seguimos punteros e invictos y al equipo se lo ve entero. Además, Leo (Ponzio) está muy capacitado para jugar, y lo está haciendo bien.
-¿Qué pensaste cuando escuchaste a Ponzio, un tipo con experiencia, decir que ahora él te va a cuidar el puesto a vos?
-La verdad, me emocionó lo que dijo Leo y su humildad. Siempre fue así y habló bien de mí, lo admiro y respeto mucho. Ojalá pueda jugar de la mejor manera.
-Teo dijo que ya te vas a Europa, también...
-Ja, es un grande Teo. El también habló muy bien de mí, dijo que voy a estar en Europa y en la Selección. Esas cosas te demuestran la clase de persona que es en el vestuario, no es como algunos creen. Siempre te ayuda y trata de sumar para el grupo.
-Concentrás con Cavenaghi: terminaron los dos lesionados. ¿Ya son como una pareja, todo el día juntos?
-Je, a Fer lo conozco desde hace mucho, sí, tengo una gran relación y en estos días también hablo con él. Se dio que estamos los dos lesionados pero ambos tenemos en la cabeza la idea de volver rápido: él está más adelantado. Veremos ahora si podemos viajar, tal vez a Paraguay, para acompañar.
-¿Y con Gallardo, tuviste una charla?
-Sí, y me ayudó. Me dijo que tengo que estar tranquilo, me calmó. El fue muy importante para mi nivel en este semestre.
-¿El te sirvió a vos o vos a él? Tu estilo parece ideal para su idea.
-El me ayudó a mejorar, sobre todo desde la confianza, y también uno va aprendiendo conceptos. Y ahora fue clave para que me quedara tranquilo y entendiera que esto va a pasar.
-¿No necesitaste de un psicólogo para superar el momento?
-No, no lo necesité: pasé por muchas cosas desde chico y esto es sólo un golpe más. Fue duro, lloré mucho, pero tengo mucha gente ayudándome, empezando por todos mis compañeros, que me dan muchas energías. Y ni hablar los hinchas de River.
-¿Y los de Boca?
-También hubo algunos que me desearon una pronta recuperación, sí...
-¿No se podía evitar la lesión? ¿No venías sintiendo nada antes? Hansing (médico de River) dijo que es una fractura progresiva pero difícil de identificar.
-Te digo la verdad: cuando estábamos en la pretemporada en Miami me molestaba el pie y se lo dije al doctor: me dolía, me dolía. En Buenos Aires me hice una placa, y salió una manchita negra en el quinto (metatarsiano). Parecía una sobrecarga y me dijeron que si paraba iba a ser lo mismo que si seguía y tomamos la decisión de seguir: hice dos semanas ejercicios para el pie, me puse hielo, y después me olvidé del dolor por completo. Hasta esa jugada con Independiente.
-La recordás todos los días, ¿no?
Fuente: De Ariel Cristofalo, Diario Olé